
Si alguna vez has estado enamorado(a), entonces has podido conocer una de las sensaciones más maravillosas que existen en la vida.
No obstante, si has tenido que experimentar la desilusión de (lo que en esta ocasión llamaré) un “amor imposible”, entonces has cargado con uno de los conflictos emocionales más complicados que existe.
En ocasiones, los sentimientos son tan reales, que no sabemos cómo controlarlos, o cómo librarnos de ellos. Entendemos lo que debemos hacer, pero no lo logramos porque nuestro corazón nos dice lo contrario. Siento, luego existo.Si no maduramos (rápidamente) en nuestra vida emocional, cuatro cosas van a suceder: (1) vamos a andar cargando un peso encima (que no deberíamos llevar), (2) vamos a dañar nuestras relaciones (incluso las que tanto valoramos), (3) perderemos de vista nuestras prioridades de la vida (porque nuestros sentimientos serán lo primordial) y (4) caeremos en una espiral descendiente (sintiéndonos cada vez peor por manejar inapropiadamente la situación).
Así que, si estás enamorado(a) y sabes (no sientes… e-n-t-i-e-n-d-e-s) que necesitas hacer un cambio al respecto (que es lo correcto y saludable), permíteme sugerirte tres decisiones que debes comenzar a tomar ahora. No hay un camino fácil; no existe una solución rápida. Enamorarse es sencillo; des-enamorarse no.
1. YA NO INTENTES CAMBIAR TUS SENTIMIENTOS; CAMBIA MEJOR TUS PENSAMIENTOS.
La razón es doble: por un lado, es imposible cambiar un sentimiento voluntariamente (por ejemplo, si en este momento te encuentras feliz o triste, ¿sería posible simplemente decirte que cambies eso en este instante?), y por el otro, son los pensamientos quienes dan nacimiento a los sentimientos (antes de una emoción en el corazón, siempre existió una idea en la mente).
Por lo tanto, asegúrate de invertir tiempo en alimentar tu cerebro con los principios correctos. Quizás necesites dejar de escuchar esas canciones “románticas” (o mejor dicho, depresivas… ¿Te has dado cuenta que en todas esas canciones las cosas siempre terminan mal?) o dejar de ver esas películas románticas (que solo te recuerdan que tu historia amorosa no siempre tiene un final feliz).
2. YA NO INTENTES OLVIDAR; PIENSA MEJOR EN ALGO MÁS.
Si alguna vez te escuchaste decir (o al menos lo pensaste) “es que no puedo dejar de pensar en él(ella)”, quiero contarte dos noticias (una buena y una mala). La mala (que no es tan mala realmente) es que en efecto, no has sido diseñado para olvidar. Tenemos la capacidad de recordar, y podemos estimular nuestra memoria; pero no tenemos la capacidad de olvidar conscientemente. ¿Recuerdas que almorzaste ayer? Si, pues… ahora mismo, te ordeno que lo olvides. ¿Pudiste? Yo tampoco. Por ende, cada vez que te propones ya no recordarlo(a), ya no pensar en él(ella) estás proponiéndote algo virtualmente imposible. Entre más te repitas “ya no voy a pensar en eso”, ¿adivina qué? ¡Más vas a pensar en eso! Más recuerdos románticos, más momentos juntos, más preguntas, más confusión, más frustración.
En cambio, la buena noticia, es que puedes conscientemente enfocar tu mente y trabajar en un proceso de sustitución.¿Alguna vez te has dado cuenta que después de un día tan ocupado, tan enfocado, no tuviste ni tiempo de pensar (ni sentir) en él(ella)? No fue porque te propusiste olvidar; fue que concentraste tu mente en algo más.
3. YA NO INTENTES ENTENDER; PIENSA MEJOR EN OBEDECER.
Uno de los asuntos que me
doy cuenta no ayudan mucho en el proceso de des-enamorarse, es el continuar haciéndonos preguntas cuyas respuestas parece no vamos a obtener. “¿Qué fue lo que sucedió?”, “¿Qué hice mal?”, “¿Por qué me pasa esto a mí?”, “¿Y qué pasaría si…?”, “¿Será que algún día…?”, “¿Será que él(ella) estaba realmente enamorado(a) de mí?”. Todas estas son buenas interrogantes (interesantes) pero no necesarias para la subsistencia.
Toda relación siempre es alimentada por la comunicación. Entre más tiempo pasas con alguien, entre más platican, más cercana, estrecha, fuerte es la relación. De igual manera, si necesitas terminar una relación, dejarla ir, concluir, entonces, debes limitar todo tiempo de comunicación y tiempo juntos. No se trata de ser descortés, sino de tener la madurez para hacer un cambio.
